Richard Webb y la Gran Transformacion de los Caminos Rurales (Altavoz)


El reciente estudio de Richard Webb sobre la pobreza rural en el Perú (“Conexión y Despegue Rural” publicado por la Universidad San Martin de Porres) ha sido destacado en las últimas semanas en influyentes medios internacionales como The Economist. Dada su enorme importancia, creemos imprescindible su amplia difusión dentro del país. Es el producto de una revisión de la literatura, análisis estadísticos, encuestas en 176 distritos rurales, y trabajo de campo en donde se visitaron casi todos los distritos de 5 provincias consideradas entre las más pobres del Perú.

La conclusión fue sorprendente, al encontrarse una situación “inesperadamente dinámica: elevación de jornales, nuevas ferias, mayor volumen de tránsito y signos de modernización productiva. El jornal agrícola promedio real se ha elevado en 73%, el precio de una hectárea de tierra agrícola en 88% y el precio de una casa en el centro del pueblo distrital en 166%.” ¿La razón? La mejor interconexión vial, que habiéndose triplicado entre 1995 y el 2011, ha reducido a la mitad el tiempo promedio para llegar a los poblados más alejados.

Los datos demuestran que el crecimiento económico del Perú no solamente ha reducido la pobreza en las ciudades, responsable por la creación y fortalecimiento de una clase media que participa de un círculo virtuoso a través del cual el consumo contribuye a dicho crecimiento. Lo que no se aceptaba hasta ahora era que además había contribuido a reducir la pobreza rural en forma significativa, el gran desafío que ha preocupado a todos nuestros grandes pensadores del último siglo, desde Jose Carlos Mariátegui hasta Fernando Belaunde.

Los datos del estudio, obtenidos objetivamente y por métodos científicos son anatema para quienes se resisten a aceptar que el modelo económico actual ha logrado reducir la pobreza en todos sus niveles. Estos compatriotas que se oponen a creer que efectivamente la inversión crea riqueza y esta a su vez reduce la pobreza gesticulan argumentos como que “el crecimiento no es uniforme,” o que “no llega a los más pobres.” En sus facetas más extremas, argumentan que “las comunidades no se benefician porque tienen otra cosmovisión” (independientemente de cómo quieran interpretar los lectores el significado de esta rimbombante palabra).

Para ellos, tenemos excelentes (aunque desde su punto de vista, terribles) noticias: el modelo económico peruano instaurado por la Constitución de 1993, a pesar de sus aun serias imperfecciones como el alto nivel de informalidad, la existencia de burocracias espantosas, y las debilidades de un Estado arcaico, ha logrado también reducir la pobreza extrema rural gracias a las inversiones en mejor conectividad rural. Cuando el mercado ha llegado a los pueblos más alejados, estos pueblos han logrado engancharse a la economía y el crecimiento real en su ingreso per cápita ha subido del promedio histórico de 1.4% anual entre 1900 y 1994, a 7.2% anual desde 1994. Es decir, se ha quintuplicado.

Gracias a esto, una “Gran Transformación” está efectivamente ocurriendo ante nuestros ojos, y está sacando a millones de peruanos de la pobreza extrema en las zonas rurales. Esta Gran Transformación no es el producto de ideologías estatistas ni de programas sociales, que con raras excepciones demuestran eficiencia o valor agregado. Más bien, esta es el resultado de la llegada del libre mercado a los rincones más apartados del Perú.

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