De Dakar a Lima: Un Viaje al Pasado (sobre la Constitucion de 1993) (Altavoz)


El año de 1993 (“hace apenas 20 años,” como en el tango de Gardel), marca un hito importante en nuestra historia: el 29 de Diciembre de dicho año se promulgó la actual Constitución, apenas 14 meses después de la captura de Abimael Guzman. Estos son  probablemente los dos factores más importantes que explican el gran progreso experimentado en el Perú durante las últimas dos décadas.

Sin embargo, el 40% de la población actual de nuestro país ni siquiera había nacido cuando esto ocurrió y un 10% adicional no tenía uso de razón; por lo tanto, para la mitad del país es difícil entender cuan fundamental han sido los cambios experimentados por nuestra sociedad durante estos 20 años: vivimos en un país muy distinto. Pero para quien no quiera creer la existencia del abismo que existe entre hoy y 1993, basta con hacer un viaje al pasado visitando la ciudad de Dakar, capital de Senegal en el Africa Occidental.

Salimos de la máquina del tiempo con la llegada al aeropuerto en donde hay que usar las escaleras para bajar del avión porque no existen las mangas; el aeropuerto es sucio, desorganizado, y lleno de individuos (con y sin uniforme) que husmean todos los movimientos del viajero en busca de alguna coima en base a cualquier excusa, quizás la falta de un coma en algún formulario…

La ciudad es extremadamente sucia y evidentemente el servicio de recojo de basura, si alguna vez existió, ha colapsado. Los parques son terrales. Hay montículos de basura en las esquinas. Los desagües son visibles, los niños juegan con esa agua, y abundan las historias en donde sale desagüe cuando se abre el caño del agua. Muchas pistas que alguna vez fueron asfaltadas son ahora de tierra. Los apagones son constantes, y es normal que pasen varias horas antes de que se re-establezca la electricidad. No hay casi actividades culturales. El país se encuentra en el puesto 117 de 144 en el Indice de Competitividad Económica Global debido a la fuerte presencia del estado en las actividades económicas y a las trabas a la inversión. A pesar de todo, la gente es amable y la comida estupenda.

No quiero con esto burlarme de esta situación, sino por el contrario, he escogido solo algunos ejemplos, aquellos que nos recuerdan a la Lima de hace 20 años porque, aunque el lector no se acuerde o no quiera creerlo, Lima era prácticamente igual. Nuestra Lima y el Perú en general han cambiado muchísimo en estas dos décadas; los que nacimos en la generación anterior y sufrimos las calamidades dejadas por Velasco, seguidos por la desastrosa década de los 1980s y el colapso del país por la hiperinflación y el terrorismo, nunca nos imaginamos que el Perú de hoy, a pesar del inmenso camino que aún tenemos por recorrer, jamás iba a ser posible.

Estas observaciones solo fortalecen nuestra convicción de que es imprescindible luchar por defender el modelo adoptado y seguir avanzando por el mismo camino, un camino de crecimiento económico que tiene como raíces las libertades económicas y el respeto irrestricto a la propiedad privada establecidas en la Constitución de 1993. Es gracias a esto que la Lima y el Perú de hoy, aun con todos su problemas, son infinitamente mejores a como eran hace solo 20 años.

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