El Libro Impreso Nunca Morira (Altavoz)

¿Cuándo morirá el libro impreso? Hay quienes piensan que la sustitución del libro impreso por el libro electrónico es inminente. Los defensores de esta tesis añaden argumentos  románticos  y utópicos: el acceso masivo a la información, el abaratamiento del contenido de los libros y por consiguiente su distribución prácticamente gratuita, y la disminución del daño ambiental como consecuencia del menor uso del papel.

Si bien ninguno de estos últimos argumentos resiste el menor análisis, es verdad que a favor de esta posición existen hechos irrefutables como el crecimiento exponencial de la publicación de nuevos libros en forma electrónica, la quiebra de las grandes cadenas de librerías como Borders en Estados Unidos, la apuesta de Amazon a su lector “Kindle” como reacción a que sus ventas de libros electrónicos ya superan a la de sus libros impresos, y la explosiva aparición de blogs sobre todos los temas imaginables (y sobre todo, los difíciles de imaginar). Además, la ventaja evidente del medio electrónico para ciertas formas de comunicación como revistas y periódicos (este Diario es un claro ejemplo).

En la otra esquina de este argumento están intelectuales de la talla de Umberto Eco, el célebre autor de “El Nombre de la Rosa” y Profesor de Semiología en la Universidad de Boloña, que el año pasado publicó un dialogo con Jean-Claude Carrière, gran dramaturgo y guionista francés que colaboró con Buñuel en varias películas como “Ese Oscuro Objeto del Deseo.” Es decir, dos de los más grandes intelectuales contemporáneos vivos.

En este dialogo titulado “Nadie Acabara con los Libros,” Eco y Carrière repasan la historia del libro impreso  y concluyen que este nunca desaparecerá. El argumento más sólido y concreto es el de Eco: “El libro impreso es como la cuchara. Una vez inventada, no puede ser mejorada.” Además de ser portátil y de poder ser usado indefinidamente, el libro impreso posee el atributo de la permanencia, ausente en las tecnologías digitales: como ejemplo simple, el primer libro impreso (la Biblia de Gutenberg publicada en 1453) aún conserva la nitidez de cuando fue publicada: es como si la hubieran impreso ayer. ¿Podemos decir lo mismo de manuscritos escritos en formatos como por ejemplo “WordPerfect 4.2” de los años 80, que hoy en día son ilegibles?¿Podrá usted leer su biblioteca digital dentro de diez años? ¿Dónde acumularemos el conocimiento científico basado en la negación de un número infinito de hipótesis nulas?

Más importante que el atributo de la permanencia, sin embargo, es el atributo de calidad de la información. La existencia de editores profesionales nos asegura que los libros impresos han pasado por numerosas revisiones y controles de calidad, incluyendo por supuesto revisiones gramaticales. ¿Quién corrige la gramática y vocabulario de los “bloggeros” de hoy”?¿Cuál es el futuro de nuestro idioma, invadido por la “k” en lugar de una “q” seguida de una “u”?

Finalmente, el libro impreso necesita su propio hábitat: la biblioteca, un templo del conocimiento, el pensamiento, y el silencio. Con seguridad, nada superará el poder sentarse en un cómodo sillón y leerlo en su forma impresa, pasando las páginas de papel, una por una. El libro digital es como la comida chatarra; el impreso es como una larga cena con numerosos platos. El libro impreso nunca morirá.

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