Salvajismo Ambiental (Altavoz)
Durante las últimas dos semanas nuestro país ha estado en las primeras planas de importantes diarios y agencias noticiosas del mundo como resultado del salvaje manejo que damos a nuestros recursos naturales y a nuestra biodiversidad. El 19 de Octubre llegamos a la primera plana del New York Times (incluyendo una foto grande y en color en la versión impresa), con una grave denuncia sobre la corrupción en el sector forestal. Si bien esto ya se conocía, las denuncias pueden tener graves consecuencias, incluso con respecto al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, una de cuyas condiciones era una reforma de nuestro sector forestal. El tema de fondo es que la mayoría de las maderas Amazónicas que exportamos son de procedencia ilegal (según estudios independientes, hasta el 95%; según el New York Times, por lo menos el 80%). ¿Es esto verdad? Bueno, no hay que ser genios para darse cuenta que no existen plantaciones forestales en producción, y que con muy contadas excepciones, la gran mayoría de concesiones forestales no cuentan con ninguna certificación independiente que demuestre su buen manejo: se extrae más madera de la que produce el bosque, y esto ha provocado la casi extinción de la caoba y el cedro, dos de las más raras.
El caso más
grave de salvajismo ambiental, sin embargo, se difundió dos días después (el
Domingo 20 en Cuarto Poder), gracias a una denuncia de la ONG Mundo Azul sobre
la cruel matanza de miles de delfines en la costa peruana. Los videos mostrados
son espeluznantes, porque no solo se ve, sino que incluso se escuchan los chillidos
de un delfín que es cortado en pedazos estando aún vivo. Es imposible que algo
así no cause una enorme indignación y los medios internacionales no tardaron en
reproducir la noticia, empezando por CNN el 22 de Octubre, seguido por Los
Angeles Times y The Guardian, entre otros. El ángulo de la noticia más
explotado implicaba que estábamos ante un país de salvajes incapaces de
controlar una práctica tan evidentemente ilegal e inmoral.
¿Cuánto
daño causan estas noticias? Mucho, en un momento en que finalmente la enorme riqueza
natural de nuestro país empieza a convertirse en una ventaja competitiva. En el
caso de la gastronomía, la biodiversidad se vende como la base de un patrimonio
único de ingredientes y productos que la sustentan. En el caso del turismo, la
imagen de un Perú fascinante gracias a su riqueza cultural y natural también la
utiliza como base. No podemos por lo tanto permitir la impunidad ante atentados
tan monstruosos contra nuestra biodiversidad.
Penosamente,
el gobierno del Presidente Humala enfoca sus baterías y eleva la fiscalización contra
las compañías formales que en gran medida, bien o mal ya cumplen con los
estándares ambientales, además de pasar por tortuosos caminos burocráticos para
obtener numerosas y bizantinas licencias, cuya validez desaparece cuando “los
movimiento sociales” deciden bloquear una carretera. Pero a los ilegales que
matan delfines con sus propias manos o se meten al bolsillo cientos de millones
de dólares exportando madera ilegal no les pasa nada. ¿Hasta cuándo, queridos
lectores, seguiremos siendo un país de salvajes?

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