El mes pasado (Agosto 2024) se cumplieron 20 años desde la entrada en funcionamiento del proyecto Camisea y los resultados han sido extraordinarios. Camisea genera el 40% de la electricidad del Perú, y como el gas es un combustible más barato que otras alternativas para generar electricidad o para su uso directo en la industria y el transporte, los ahorros acumulados en la economía exceden los 110,000 millones de dólares, es decir, nuestra economía es ahora mucho más competitiva al tener energía más barata. Además de estos ahorros, Camisea añade en forma directa 1.3% al PBI del país cada año, una riqueza acumulada de más de 30,000 millones de dólares, sin contar los beneficios secundarios y las cadenas de valor y los puestos de trabajo directos e indirectos que se han generado.
El Estado Peruano recibe aproximadamente dos tercios de toda la riqueza generada por Camisea a través de las regalías y del impuesto a la renta. La mayor parte de estos ingresos se distribuyen directamente a los gobiernos regionales y locales, en una cadena en la que todos los niveles se benefician. Como ejemplo, solo el Gobierno Regional del Cuzco recibe 1 millón de dólares al día.
A pesar de estas contundentes cifras, en sus inicios el proyecto Camisea sufrió una fuerte oposición por parte de organizaciones ambientales y de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales. Las preocupaciones se centraban en la fragilidad de los ecosistemas amazónicos y el consecuente riesgo de que el proyecto afectara negativamente a la biodiversidad y acelere la deforestación, además de la presencia de pueblos indígenas en aislamiento voluntario que podrían verse afectados.
Los resultados han demostrado lo contrario. El proyecto utiliza la tecnología “inland offshore” en donde todas las operaciones se hacen por helicóptero, además de la perforación horizontal subterránea. La ausencia de operaciones terrestres por carreteras evita la deforestación en casi su totalidad, siendo la huella ecológica de menos del 0.5% del total del área. En otras palabras, los bloques 88 y 56, que en su conjunto abarcan 200,000 hectáreas, han funcionado para efectos prácticos como si fueran áreas naturales protegidas. Además, estos bloques han servido de protección para los pueblos indígenas en aislamiento voluntario, impidiendo la entrada de madereros y mineros ilegales, evitándose así los estragos sociales que se ven en otras áreas de nuestra amazonia.
Por estas razones, Camisea es considerada a nivel mundial como un ejemplo de cómo debe llevarse a cabo el desarrollo de grandes proyectos en ecosistemas frágiles. Camisea demuestra como estos grandes proyectos, cuando son ejecutados dentro de los estándares ambientales y sociales más exigentes, no solo generan riqueza y desarrollo, sino que además aportan a la conservación del medio ambiente.
Camisea es un ejemplo de cómo en el Perú es posible generar riqueza y desarrollo en armonía con el medio ambiente, algo que también ocurre con los grandes proyectos mineros, a pesar de la injusta oposición a la que están frecuentemente sometidos. Ya es hora de contar la verdadera historia.

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